jueves, 8 de marzo de 2018

2018 03 08 Barbadelo.


Entre cruces

Continuamos el camino de saudade hasta Barbadelo, pasando por A Rañoá, para encontrar los recuerdos perdidos entre piedras y castaños centenarios. El primer punto el albergue de peregrinos, situado en la antigua escuela, donde tuvimos una amena charla.
Nos comentaron que no hacía ni cinco minutos que habían cerrado la Iglesia, una lástima.
Llegados a este punto Dana no se atrevía a entrar.
La Iglesia de Santiago de Barbadelo dedicada a Santiago el Mayor es un templo románico del siglo XII que pertenecía a un antiguo monasterio Sancto Iacobi Barbatelli, ya desaparecido, del que existen referencias del año 878.
Portada norte.
Es declarado Monumento histórico artístico en 1976 y Bien de Interés Cultural en 1980, conserva parte del románico, en el siglo XVIII, se sustituyó su ábside original por otro rectangular.
En el año 1009 monasterio y templo fueron donados y pasan a depender, como priorato, al de Samos.
Aparece incluido dos veces en el Códice Calixtino. 

Dentro del recinto hay numerosas sepulturas antiguas y se encuentra también el cementerio de la parroquia.


La fachada oeste.


La portada oeste.



















Pompas del mármol, negra anatomía
que ultrajan los gusanos sepulcrales,
del triunfo de la muerte los glaciales
símbolos congregó. No los temía.
Temía la otra sombra, la amorosa,
las comunes venturas de la gente;
no lo cegó el metal resplandeciente
ni el mármol sepulcral sino la rosa.

Como del otro lado del espejo
se entregó solitario a su complejo
destino de inventor de pesadillas.
Quizá, del otro lado de la muerte,
sigue erigiendo solitario y fuerte
espléndidas y atroces maravillas.
Edgar Allan Poe

La antigua portada sur.

Todavía hoy a la vieja casa se le conoce como O Mosteiro.


Salimos del recinto para dirigirnos hacia San Silvestre,
y la casa donde nació mi abuelo.
Casa Carmen, del siglo XVI hoy albergue privado para peregrinos,
y la capilla de San Silvestre del siglo XVIII
Niebla
Nublóse el sol de la esperanza mía
que siempre tuvo resplandor escaso,
sin llegar a las cumbres del Ocaso,
la linde al trasponer el mediodía.
Al escalar la pedregosa vía
menguó mi aliento y vacilo mi paso;
y tuve sed y la sacié en tu vaso
¡musa del Septentrión, Melancolía!
Agotado en los medios del camino
en plena juventud, voy peregrino
desalentado, vacilante y ciego.
Nublóse el sol de la esperanza mía...
¿No habrá una estrella que me preste guía
en este mar de sombra en que me anego?
José María de Aguirre y Escalante
Tras contemplar paisajes olvidados
y hacer memoria de recuerdos
Continuamos el camino sabiendo que hay buenas raíces.

NaClU2.







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